Diabetes infantil


La diabetes infantil (o diabetes mellitus tipo 1) es una de las enfermedades crónicas más frecuentes en los niños. Se calcula que 30.000 menores de 15 años sufren este trastorno y que, cada año, se registran 1.100 casos nuevos. Este tipo de diabetes afecta cada vez a niños más pequeñitos: según los expertos, la edad de inicio de la enfermedad se ha adelantado y, hoy en día, son muchos los casos de niños menores de cinco años que padecen este trastorno.  

La diabetes tipo 1 se produce porque el páncreas no es capaz de fabricar suficiente cantidad de insulina, la hormona que ayuda al organismo a transformar el azúcar (glucosa) de los alimentos en energía. En consecuencia, se produce un aumento de los niveles de glucosa en sangre (hiperglucemia), que, si no se tratan de forma adecuada, pueden llegar a provocar graves trastornos a largo plazo, como pérdida de visión, enfermedades cardiovasculares, insuficiencia renal o problemas pulmonares, entre otros.

Las causas de la diabetes no se conocen con exactitud. Se cree que el niño puede nacer con una predisposición genética a sufrir diabetes, pero es la combinación con otros factores, por ejemplo, ambientales (infecciones por virus, malos hábitos de alimentación, etc.) e inmunológicos (alteración de las defensas del organismo), lo que puede determinar la aparición de la enfermedad.  

Los papás pueden sospechar que su hijo es diabético si presenta los siguientes síntomas: aumento de la sed, lo que obliga al niño a tomar grandes cantidades de líquido, micciones frecuentes, cansancio, aumento del apetito, pérdida de peso, visión borrosa e irritabilidad. 

La única solución para el tratamiento de la diabetes infantil es la administración de insulina a través de inyecciones subcutáneas (debajo de la piel). En la actualidad, existen nuevos dispositivos, que sustituyen a las antiguas jeringuillas o a las plumas de insulina, que permiten un mejor control y manejo de la enfermedad. Se trata, por ejemplo, de las bombas de insulina, con o sin sensor de glucemia, que, a través de una cánula blanda introducida debajo de la piel, administran insulina de forma continuada durante las 24 horas del día. De esta manera, el niño tiene que pincharse menos veces, lo que repercute en un mayor calidad de vida.

La práctica regular de ejercicio, así como seguir una dieta sana, variada y equilibrada, también desempeñan un papel importante en el control de la diabetes infantil. 


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